Pitágoras






 Un libro de autoayuda que nos muestra una nueva forma de vivir en base a las enseñanzas de Pitágoras y su escuela.

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Pitágoras, su vida


 Pitágoras es reconocido no sólo por sus teorías matemáticas y su desarrollo de la geometría, sino también como uno de los grandes iniciados de la antigüedad. Alrededor de su vida se han tejido multitud de leyendas.

 Nació hacia el 582 a.C. en la isla de Samos, una de las islas griegas conocidas como las Cicladas,  en la mar Egeo. Su nombre se relaciona con Delfos, el centro más sagrado de la antigüedad  morada de la serpiente Python a la que venció el dios Apolo instaurando así en ese lugar su santuario y oráculo.

 La sacerdotisa de Delfos y encargada del oráculo era Pythia. En honor a ella los padres de Pitágoras pusieron nombre a su hijo, ya que, según la tradición, ésta profetizó su nacimiento, que se convertiría en un hombre diferente a todos los demás por su sabiduría y belleza interior y que sería de utilidad a todo el género humano. Así, según René Guenón, el nombre de Pitágoras significaría "guía de la Pythia", epíteto que se aplicaba al mismo dios Apolo.
 
Se conoce que a la edad de 18 años Pitágoras participó en los Juegos Olímpicos y ganó diferentes premios. Fue alumno de Tales de Mileto y viajó a Egipto donde vivió 20 años, fue apresado y enviado a Babilonia donde vivió otros 20 años. A su regreso se instaló en Crotona, ciudad griega del sur de Italia,  donde el 529 a.C. fundó su escuela que fue esencialmente una escuela de misterios y pasó a la posteridad como “La Hermandad de los Pitagóricos”.

En Crotona vivía Milon, un hombre de buena posición económica que se interesaba por la filosofía y las matemáticas, y puso a disposición de Pitágoras el lugar donde instalaría su escuela.

Diógenes Laertios, en su obra “Vida de los filósofos” se refiere a Pitágoras en los siguientes términos: “Muy joven todavía, empujado por su anhelo de sabiduría, salió de su patria para iniciarse en ritos tanto griegos como bárbaros. Fue a Egipto donde aprendió la lengua del lugar…”

Según Diógenes Laertio, Pitágoras murió (aprox. 500 a.C) cuando intentaba huir de la persecución contra los pitagóricos que se desencadenó en Crotona. Temían el poder que la escuela y sus discípulos habían desarrollado y en una revuelta asesinaron a la gran mayoría de los pitagóricos y quemaron la casa de Milon. Según otras fuentes Pitágoras consiguió escapar y murió el 507 en Metaponto.

Su Enseñanza

Pitágoras fue uno de los sabios de la antigüedad griega que viajó a Egipto y Babilonia y entró en contacto con enseñanzas muy antiguas referidas al  camino iniciático.
La fuente de la sabiduría occidental no se encuentra en Grecia como a menudo se piensa, sino en Egipto. Allí acudieron muchos de los antiguos filósofos y pensadores para entrar en contacto con las hoy llamadas ciencias como las Matemáticas, Geometría, Medicina etc., y también y fundamentalmente para iniciarse en una sabiduría interna o esotérica que se conoció con el nombre de “Misterios” y constituye la herencia espiritual del antiguo Egipto.
 La escuela que fundó se reconoce como “escuela de misterios”, relacionados con el culto al dios Apolo y con extraordinaria influencia de la enseñanza de los Órficos.

Citando a René Guinón:

“ La enseñanza esotérica fue conocida en los países de oriente antes de propagarse en Grecia, donde recibió el nombre de "misterios".

Los primeros filósofos, en particular Pitágoras, vincularon a ellos su enseñanza, no siendo sino una expresión nueva de ideas antiguas.

Existían numerosas clases de misterios con orígenes diversos.

Podemos afirmar que esta enseñanza silenciosa usaba figuras, símbolos y otros medios que tenían por objetivo conducir al hombre a estados interiores, permitiéndole llegar gradualmente al conocimiento real o a la sabiduría.

En cuanto a los "misterios" que estaban especialmente vinculados al culto de Apolo y al propio Apolo, es preciso recordar que éste era el dios del sol y de la luz, siendo ésta en su sentido espiritual la fuente de donde brota todo conocimiento y de la que derivan las ciencias y las artes...

Añadiremos que si bien todas las ciencias eran atribuidas a Apolo, esto era incluso más especialmente en cuanto a la geometría y la medicina.

En la escuela pitagórica, la geometría y todas las ramas de las matemáticas ocupaban el primer lugar en la preparación al conocimiento superior. Con respecto a este conocimiento, estas ciencias no eran dejadas de lado, sino que, por el contrario, eran empleadas como símbolos de la verdad espiritual.”

Los "misterios" tuvieron siempre un carácter reservado y secreto, la palabra pasó de los antiguos cultos griegos a la religión cristiana y hace referencia al “silencio” el cual debe entenderse  en doble sentido:

Por una parte las enseñanzas impartidas no podían ser expresadas mediante palabras ya que se referían a niveles de conocimiento fuera del raciocinio o ámbito intelectual y sólo podían ser captadas y enseñadas por una vía silenciosa o mediante la utilización de símbolos.  De ahí la importancia que en la escuela pitagórica se daba al silencio no sólo al externo sino al estado silencioso de la psique, un nivel en el que el raciocinio deja su lugar a la expresión de energías conscientes relacionadas con el mundo espiritual, el único estado que permite el contacto con lo que está más allá del mundo mental.

Por otra parte la palabra “misterios” también hace referencia a la obligación de no hablar del conocimiento recibido fuera del círculo de iniciados. Esta es la razón por la que sobre ciertos cultos mistéricos, por ejemplo los de Eleusis , los Órficos o las mismas ceremonias internas de los pitagóricos, existen más hipótesis que fuentes históricas.

La base de la enseñanza de Pitágoras es la idea de que Todo en su esencia es aritmética, así como que el significado interno de los números gobierna las circunstancias físicas, es decir, las Matemáticas son la esencia de toda la materia. Las Matemáticas eran la base de su conocimiento, pretendían captar la verdadera naturaleza de los números y su relación con todo lo creado, desde la más humilde forma de vida hasta los cuerpos celestes.
  
Una de las influencias más reconocibles en la enseñanza de Pitágoras es la de los Órficos, relacionados con el culto a Dionisio y que fue transmitida por el mítico héroe griego Orfeo que desciende al Hades para rescatar a su amada Eurídice. Para ellos, al igual que para los pitagóricos, la existencia sólo tiene un sentido: purificar el alma.




Otra idea que comparten con los mencionados órficos es la reencarnación, metepsicosis o “transmigración de las almas”. Según fuentes clásicas de la antigüedad, el mismo Pitágoras en una de sus reencarnaciones anteriores pidió al dios Hermes que le fuera concedida la capacidad de recordar todo aquello que le sucediera, y de esta forma, podía traer a su memoria todas sus vidas anteriores.

Sus discípulos

 Pitágoras tuvo muchos y leales discípulos. Hay fuentes que indican que en su hermandad llegaron a reunirse más de 300 miembros.

La escuela pitagórica era una escuela iniciática, los estudiantes debían mantener un periodo de cinco años de silencio durante el cual solamente podían escuchar las enseñanzas del maestro sin verle. Eran los llamados “externos”. Transcurrido este periodo de tiempo, que era realmente una fase probatoria, pasaban a ser miembros de la escuela con el derecho de ver al maestro, eran los llamados “internos”. Las enseñanzas se transmitían verbalmente.

Grados de iniciación

La obra iniciática de los pitagóricos tenía tres grados, cada uno de ellos con fases diferentes:

1.    Los Acusmáticos:
Constituían esencialmente el círculo de los oyentes y pertenecían a los “externos”.  No tenían derecho a participar en los diálogos y estaban obligados a guardar absoluto silencio. Durante este periodo aprendían y reflexionaban en aquello que escuchaban. Sólo tenían acceso a los resultados de los procesos matemáticos y debían seguir en su vida una serie de reglas de conducta externa e interna. Según algunos autores el periodo de silencio era de 5 años .


2.    Los Matemáticos:.  Después de pasado un periodo de tiempo, (entre tres y cinco años), y si su progreso era considerado adecuado, pasaban a formar parte de los Matemáticos con derecho a entrar en el patio interior de la casa de Pitágoras. Eran considerados “internos” (esotéricos). Solamente accedían a este grado hombres y mujeres que se habían “purificado” tanto en el cuerpo como en el alma.  La enseñanza que se impartía en este grado no se limitaba a lo que hoy consideramos principios matemáticos y científicos en general, sino que tenía por objeto una expansión de la conciencia y un profundo grado de comprensión. Los matemáticos unían la Geometría, las Matemáticas, la Música y la Astronomía considerando a estas dos últimas ciencias hermanas unidas a través de la armonía.


3.    El tercer grado era el de Los Físicos. Eran los auténticos investigadores y estudiosos de los principios más internos. Aquellos que habían avanzado en el camino iniciático.

Pitágoras fue el primero en acuñar la palabra “filósofo” , es decir, “el que ama la sabiduría”. En su escuela se preparaba al candidato para que pudiera recibir un saber más elevado que la misma filosofía, dicha preparación no iba dirigida a la razón, sino al alma y al espíritu, era lo que podemos llamar preparación interior; éste parece haber sido el carácter de los más altos grados de la escuela de Pitágoras.

Mediante esta preparación, el candidato era llevado a ciertos estados que le permitían superar el conocimiento racional al que había llegado anteriormente.

El proceso de selección de los aspirantes a ingresar en la escuela era bastante riguroso. Según Jámblico, cuando llegaban los jóvenes que querían vivir al lado de Pitágoras, éste los probaba y decidía si eran o no adecuados para entrar en la escuela.  Pedía información sobre sus padres, observaba su silencio y su conversación. Miraba su forma de caminar, sentarse, y cada movimiento del cuerpo, llegaba a captar con claridad su carácter aún en aquellos rasgos que no se mostraban al exterior. Si le consideraba apto, entraba en el periodo de aislamiento para poner a prueba su estabilidad y si su anhelo de aprender era verdadero.
 Después entraba en el periodo de cinco años de silencio.  Durante este tiempo los bienes de cada uno se hacían comunes y eran administrados por miembros de la comunidad que tenían especiales conocimientos y eran expertos en economía y en leyes .
Pasado el periodo de cinco años de silencio, los candidatos que eran evaluados positivamente por su forma de vida y su conducta en todos los campos, pasaban a formar parte de los “internos”, con derecho a escuchar y ver a Pitágoras a través de una cortina. Antes de entrar en esta fase, el candidato permanecía en un lugar que de ningún modo podía ver a Pitágoras.
 Hasta aquí las referencias de Jámblico al ingreso en la escuela.

 La Hermandad de los Pitagóricos



Pitágoras, no solamente llegó a un grado de conocimiento muy profundo, sino que fue el creador de una forma de vida reuniendo a su alrededor a un grupo de hombres y mujeres unidos por los mismos objetivos internos. No fue solamente un individuo que existió en determinada época, sino que representa una forma de ser y de pensar concreta.

Con Pitágoras hace su aparición una nueva forma de vida en una comunidad cerrada y unida por reglas de vida comunes y por las mismas ideas de realización espiritual.

 Sus  estudiantes encarnaban las enseñanzas en su propia vida. Estaban unidos por una fe común que les conducía al conocimiento y a la investigación.
Durante su estancia en la comunidad, los estudiantes entregaban a la misma todas sus pertenencias, si se iban de la misma por ser considerados no aptos les era devuelto el doble de lo que habían entregado y  para los pitagóricos se les consideraba como si hubieran muerto. 

La Hermandad tenía reglas muy austeras, sin embargo en la misma eran aceptadas las mujeres en absoluta igualdad de condiciones con los hombres. Sus reglas principales hacían referencia al silencio, la austeridad en el comer, la sencillez en el vestir y el hábito del autoanálisis. Los llamados “Versos Aúreos”, atribuidos a Pitágoras, son una serie de máximas que expresan algunas de las reglas de conducta de la hermandad tanto a nivel físico como moral y psicológico.
En relación con la reflexión y el hábito de la retrospección diaria recoge:

“Haz pues lo que no te dañe,
y reflexiona antes de actuar.
Y no dejes que el dulce sueño
Se apodere de tus lánguidos ojos
sin haber repasado
lo que has hecho en el día:
“¿En qué he fallado? ¿Qué he hecho?
¿Qué debí hacer y no hice?”
Comienza desde el comienzo
y recórrelo todo,
y repróchate los errores
y alégrate de los aciertos”

También alude a la correcta forma de vivir, a la independencia psicológica y a la no identificación:

“Muchas son las voces,
unas indignas, otras nobles,
que vienen a herir el oído;
Que no te turben ni tampoco
te vuelvas para no oirlas.
Cuando oigas una mentira,
sopórtalo con calma.

Pero lo que ahora voy a decirte
Es preciso que lo cumplas siempre:
Que nadie, por sus dichos o por sus actos,
te conmueva para que hagas o digas
nada que no sea lo mejor para ti.

Reflexiona antes de obrar
para no cometer tonterías.
Obrar y hablar sin discernimiento
Es de pobres gentes.
Tú en cambio siempre harás
lo que no pueda dañarte.”

La vida en la comunidad incluía  trabajos físicos, gimnasia, estudio y paseos. Sobre los “trabajos” más internos nada ha trascendido. Pitágoras no dejó nada escrito, y además la comunidad estaba sometida al juramento de secreto.

Se sabe que existían dos aspectos:

·      El externo, relacionado con la política y la sociedad y en el que los pitagóricos alcanzaron una importancia excepcional llegando a tener gran influencia política y económica. Por ejemplo se sabe que alguna ciudades del sur de Italia estaban bajo su poder. Hay que tener en cuenta que había pitagóricos que vivían en el recinto de la escuela y otros que vivían fuera por lo que podían dedicarse a funciones sociales, políticas o económicas. 

·      El interno, relacionado con la enseñanza secreta y los procesos de iniciación en los Misterios.   


Esta enseñanza interna y secreta de los pitagóricos no hay que entenderla como un dogma escrito y obligatorio, sino más bien está unida a la búsqueda de la liberación del alma de todo aquello que la mancilla hasta conseguir estados superiores de conciencia.

 A pesar del secreto que la rodeó, algunos de sus fundamentos son conocidos y ejercieron una influencia fundamental en corrientes de pensamiento posteriores.

 Uno de ellos es La Metempsícosis o Transmigración de las almas.
 
Según Porfirio en su obra “Vida de Pitágoras” éste sostenía que el alma humana es inmortal, y que después de la muerte toma otros cuerpos tanto humanos como de animales y que según diferentes periodos de tiempo, lo que sucedió una vez, vuelve a suceder por lo que nada en general es nuevo. Por lo tanto todos los seres que tienen vida están unidos por lazos de parentesco. Estas ideas justifican el vegetarianismo de los pitagóricos y el que tuvieran prohibido ofrecer sacrificios cruentos. Asimismo reconocía que todo está hecho de la misma energía, incluido el hombre, hay lazos que nos unen a todo lo creado y nos hermanan con toda forma de vida existente.

Afirma la enseñanza pitagórica que aquello que permanece después de la muerte fuera del cuerpo físico es lo realmente vivo y la vida después de la muerte es la verdadera vida. La existencia terrenal del hombre es una entre muchas.

El alma vive prisionera en el cuerpo físico y se reencarna en cada existencia tomando cuerpos diferentes según el grado de purificación alcanzado. La forma física más elevada son los astros. El alma es eterna y , como también sostenían los antiguos egipcios, tiene en las estrellas su morada.

La transformación del alma es algo que sucede necesariamente a través de múltiples y dolorosas reencarnaciones, pero también puede ser una decisión libre del hombre siguiendo la senda de la purificación física y psíquica y de la iniciación.

Quien ha llevado una vida de pureza tendrá una reencarnación en lo “puro”, quien ha vivido una vida en la impureza, en lo “impuro”. La obligación del hombre es comportarse de tal modo que cuando sea el momento de abandonar esta existencia esté en condiciones de nacer en una forma más elevada. 

Como es evidente, la “pureza” es una idea básica para los Pitagóricos y no tiene solamente un sentido físico o moral. Se trata de la pureza del alma que ha sido sometida al proceso que los antiguos griegos llamaban catarsis, la depuración de energías densas y negativas con la consiguiente liberación de energía divina.

Las enseñanzas mistéricas se centraban en la preparación para este proceso de purificación, que viene a constituir la muerte iniciática, y el renacimiento a una nueva vida sin necesidad de pasar por la muerte física.

La práctica del silencio, la influencia de la música y el estudio de las matemáticas eran considerados como instrumentos y medios ideales para la formación, educación y depuración del alma.
  

Armonía de las Esferas

Pitágoras descubrió que los acordes musicales pueden ser expresadas de forma aritmética, con números. Del mismo modo que la armonía musical depende del número, también sucede con la armonía del universo que forma una escala musical en la que cada cuerpo celeste produce una música especial y el conjunto forma la “Música de las Esferas”.

Para los pitagóricos, las distancias entre los planetas -las esferas- tenían las mismas proporciones existentes entre los sonidos de la escala musical que eran considerados entonces como "armónicos" o consonantes.

Cada cuerpo existente, planeta, astro, hombre ... etc. generan con su vibración energética y su movimiento un sonido que les caracteriza y les define.   
La “Armonía de las esferas” de Pitágoras, se refiere a la maravillosa armonía sonora que se produce por el movimiento de los planetas y astros en general.

El Universo procede del caos del que surge la medida y la armonía. Pitágoras fue el primero en utilizar la palabra Cosmos (en griego, orden) para referirse a un universo ordenado y armonioso.

Del mismo modo que existen números pares e impares, la realidad puede dividirse en dos polos opuestos, el equilibrio entre los mismos es lo que llama armonía.

Enseñaba a sus estudiantes a curar utilizando el sonido, instruyéndoles sobre la relación que existe entre las formas geométricas y los astros y entre los colores y las notas musicales.

Sostenían que la tierra tiene forma esférica y gira sobre su eje, que no se encuentra en el centro del universo, sino que junto con los planetas y con el sol giran alrededor de un fuego central que llamó  “corazón del universo” y era representado con el número 1.

Parece que después de la muerte de Pitágoras, sus estudiantes se dividieron en dos corrientes: Los acusmáticos o pitagóricos que continuaron con el aspecto místico de la enseñanza, y los matemáticos que únicamente conservaron el aspecto científico.

Los números

Misticismo, filosofía, ciencia... no eran apartados diferente sin relación entre ellos, sino partes de los mismo. En el campo de las matemáticas los pitagóricos descubrieron un orden en el universo similar al que debe existir en el interior del hombre. Los números y la geometría junto con la música conducen a la comprensión de los fenómenos cósmicos.

Descubrieron la llamada “proporción aúrea” o “divina proporción” que es el resultado de dividir una línea en dos partes de tal modo que la analogía o proporción que existe entre la parte más pequeña y la más grande es igual a la que existe entre el segmento más grande y la línea entera.

Esta analogía existe en todas las manifestaciones de la naturaleza así como en las formas geométricas que se consideraban sagradas como por ejemplo la estrella de cinco puntas o pentalfa. Cada lado de la pentalfa está basado en la proporción aúrea. Según algunos autores antiguos como Luciano,  la pentalfa era el símbolo o señal secreta entre los pitagóricos. Del número cinco procede el pentagrama musical.

 La proporción aúrea fue utilizada más tarde por Policleto, el gran escultor griego,  y fue muy conocida y aplicada en el arte del renacimiento , por ej. por Leonardo da Vinci.

Para los Pitagóricos, el número es el principio de todas las cosas. Todo cuanto existe puede ser expresado con números porque en esencia es número.
Consideraban los números espacialmente. El 1 es el punto, el dos es la línea, el tres la superficie, el cuatro el volumen.

El símbolo sagrado de los pitagóricos era el tetraktys (tétrada) los primeros cuatro números forman el número perfecto, el 10  (1+ 2 + 3 + 4 = 10 ) que es el 1.

Esta es la fuente de toda sabiduría, y de toda relación armónica.

El 4 simbolizaba los cuatro elementos de la naturaleza y los cuatro estados de la materia. Símbolo también de las cuatro estaciones del año y de las cuatro dimensiones en las que vivimos. En general la ley del cuatro muestra la perfección material, así como el cuadrado es la expresión del estado ideal de la materia. Sobre esta base se estructuró el árbol cabalístico, o árbol de la vida. La tetraktys, era la fuente de la Creación y la raíz de la eterna Naturaleza, ante la cual prestaban juramento los pitagóricos:

“Por quien transmitió a nuestra alma la tetraktys, la fuente de la perenne naturaleza”.

Es posible que tuviera también un significado en los distintos grados de la metamorfosis del alma. 

Preceptos



Se han conservado algunos de los preceptos que supuestamente regían la vida y conducta de los pitagóricos y que, en la mayoría de los casos, son de carácter simbólico. Sólo el conocedor del significado del símbolo podía comprenderlos en profundidad. Se citan algunos a modo de ejemplo:

v    Cuando vayas a un templo, adora primero, y en el camino, no hagas ni digas nada que tenga relación con tu vida diaria.

v    cuando viajes, no entres en un templo ni adores de modo alguno, ni aún cuando te encuentres en el umbral mismo del templo.

v    Sacrifica y adora descalzo

v    Apártate de los caminos frecuentados y camina por los senderos

v    Refrena  ante todo tu lengua y sigue a los dioses...

v    No revuelvas el fuego con un cuchillo (o instrumento de hierro)...

v    Ayuda al hombre que trata de levantar su carga, pero no al que la depone.

v    Al calzarte, comienza por el pie derecho, y al lavarte, por el izquierdo

v    No hables de las cuestiones pitagóricas sin luz

v    No pases nunca por encima de un yugo

v    Cuando estés fuera de casa, no vuelvas nunca la vista atrás, pues las Erinias siguen tus pasos.

v    Alimenta un gallo, pero no lo sacrifiques, pues está consagrado a la luna y al sol.

v    No te sientes sobre un cuartillo...

v    No permitas que una golondrina haga su nido bajo tu tejado

v    No lleves anillo...

v    No te mires al espejo junto a una lámpara

v    No creas nada extraño sobre los dioses o las creencias religiosas

v    no te dejes poseer por una risa incontenible

v    No te cortes las uñas durante un sacrificio

v    Tras levantarte de la cama enrolla los cobertores y allana el lugar donde yaciste

v    No comas con el corazón...

v    Escupe sobre los recortes de tu pelo y las limaduras de tus uñas

v    Borra de la ceniza la huella de la marmita

v    Abstente de las habas

v    Abstente de de los seres vivos.



La enseñanza de Pitágoras influyó decisivamente en los filósofos posteriores,  en las ciencias matemáticas y en el desarrollo de la espiritualidad en occidente.  Aún hoy en día sigue manteniendo su fuerza y su utilidad ya que encierra el saber eterno fruto de la inspiración divina.












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