Una de las vías que puede conducirnos a niveles más
profundos de comprensión y transformación de nosotros mismos es el Arte. La
búsqueda de la belleza en todas sus manifestaciones ofrece un significado que
escapa al intelecto y, a través de la inspiración del artista, nos puede poner
en contacto con “realidades” no perceptibles en el rígido y limitado mundo de
tres dimensiones y trasladarnos a esferas interiores desconocidas.
En concreto, el arte pictórico es un pilar fundamental en
el desarrollo espiritual del ser humano; encierra, en ocasiones de forma
simbólica, arquetipos que estimulan a la conciencia para manifestarse
transmitiendo un conocimiento superior, despiertan nuestra capacidad de intuir
y nos ponen en contacto con facultades y valores álmicos.
La captación y comprensión del mensaje psicológico y
espiritual que transmiten muchas de las obras maestras, de sus claves y
símbolos, nos abre nuevas perspectivas. De este modo, cada pintura llega a
convertirse en una senda de enriquecimiento interior, una obra de arte que
cobra vida dentro de nosotros y es capaz de transmitirnos una enseñanza para el
conocimiento y desarrollo humano, psicológico y espiritual.