domingo

Saber Vivir

 

“Un necio consciente de su necedad
 es por tal razón un hombre sabio,
pero el necio que se considera sabio
 es verdaderamente merecedor de tal calificativo”

(Dhammapada)




Vivimos en una época de transición que requiere cambios en el modo de percibir la realidad y a nosotros mismos, ser conscientes de niveles más profundos que para la mayoría pasan desapercibidos debido a que captamos un campo muy limitado.


 La capacidad de profundización, de ampliación de la óptica y por consiguiente de captación depende del nivel de conciencia que poseemos. La ampliación del campo consciente requiere una modificación del nivel de conciencia, superar limitaciones internas y externas para despertar a una nueva realidad.  El objetivo es despertar. Y para ello el obstáculo fundamental es la creencia de que “ya estamos despiertos”.


Hay que comenzar por ser conscientes de nuestras limitaciones y para ello el mejor campo es nuestra propia vida. Somos lo que es un día de nuestra vida. Observemos cómo se desarrolla un día cualquiera y nos daremos cuenta de nuestro nivel de percepción e identificación. Cualquier suceso es capaz de alterar nuestro mundo psíquico, de desequilibrarnos y arrastrarnos a estados en los que predominan energías de baja vibración. No controlamos conscientemente nuestras reacciones, pensamientos y deseos. En nuestro interior se suceden turbulencias de todo tipo creando nudos emocionales que en muchas ocasiones perduran durante largos periodos haciendo surgir estados psíquicos negativos.

Saber vivir de forma correcta es fundamental. Nuestro estado psíquico-energético depende de cómo vivimos, de los estados psicológicos que generamos y de los ambientes físicos que frecuentamos. Cuanto más energía densa producimos más difíciles y complicadas serán nuestras circunstancias.  Lo que entendemos por vida no es algo exterior a nosotros mismos. Una vida desgraciada o feliz no viene dada por lo que llamamos  circunstancias externas. Estas dependen de nuestro nivel de conciencia. A cada nivel corresponden diferentes circunstancias ya que en esencia lo que llamamos externo es una creación, o una determinada percepción de nuestra psiquis.

La transformación de nuestra vida es la transformación de la forma de vivirla. Todo lo existente está sujeto a transformación, es la eterna alquimia del universo.

De igual manera cada uno de nosotros debe llevar a cabo su propia transformación alquímica convirtiendo toda energía densa ya sea de fuera o de nuestro interior, en energía sutil. En muchas ocasiones no podemos evitar que circunstancias negativas lleguen a nuestra vida, pero lo que está a nuestro alcance y sólo de nosotros depende es la forma de reaccionar ante las mismas. Y, en cualquier caso, la vida de cada cual es la interminable cadena de sus propias reacciones. Éstas, como un imán, atraen circunstancias de similar vibración y así se va formando lo que llamamos “vida”.


Saber vivir es la clave del cambio porque sólo viviendo nuestra vida, en la familia, trabajo, relaciones etc. podremos encontrar exactamente las circunstancias que nos va a ayudar a elevar el nivel de conciencia.

Por otra parte, cambiar nuestra vida, al contrario de lo que la mayoría cree, es un proceso interno,  es cambiarnos a nosotros mismos, elevar nuestra conciencia a niveles superiores y dejar que esta fuerza dirija nuestra existencia porque no existe auténtico cambio si no se manifiesta en nuestro diario vivir.

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